lunes, 13 de febrero de 2012

¿Y la hoja de reclamaciones señor Valentín?



Hablar del día de San Valentín es probablemente hablar de uno de los días más odiados del calendario, y es que no son pocos los reaccionarios que vomitan sus furias hacia el día de los enamorados argumentando que solo se trata de un producto que se ha macerado en el seno de las grandes multinacionales. Si, es algo bastante discutible, pero al menos estas discrepancias se basan en el sentido común debido en parte a la imagen que el sistema del “compra compra compra” refleja actualmente… no suele ir a más, esta gente sencillamente obvia este evento y toman una decisión tan sana como puede ser la de dejar de fumar. Aun así me pregunto si las parejas formadas que piensan de esta forma son capaces de pasar absolutamente del tema, porque como bien dice el refrán popular “En casa del herrero…”


También existe otro grupo de personas que sencillamente detesta el día de San Valentín, por formar parte del mainstreaming, y celebrarlo sería poco menos que rendirse a la presión social y formar parte de un rebaño de cabras tan grande y tan despersonalizado que no diese lugar a la imaginación o a la creatividad ¡Qué terrible sería esto! ¿Verdad? Pues que estos afiliados a la contracultura y que protestan contra lo global tengan cuidado ya que el huracán de la “contracontracultura” puede fastidiarlo todo y hacer (¿por qué no?) del día de los enamorados algo llamativo en el mundo underground actual, tal y como los son las barbas, el rock de los 70 o las rebequitas de lana. Mucho cuidado con esto, que lo mismo dentro de unos años invitar a la novia a un Spa será más cool de lo que pensamos.

Pero la verdad, y haciendo hincapié en lo que de verdad interesa, que es una visión más psicológica sobre esta animadversión al día de los enamorados, quizá debamos plantearnos el trauma como opción válida. Y es que desde luego no hay nada que cree más tristeza y rencor que un ataque directo a nuestro pequeño corazón. ¡Ah! ¡Malditas cartitas de San Valentín! Creadoras de los más dolorosos sentimientos… ya es bastante difícil ser adolescente, como para encima tener que lidiar con la humillación de marcharse a casa el 14 de febrero con solo una carta (la que dice que tus padres deben venir a hablar con el tutor de por alguna que otra falta en la clase de francés) Amigo mío, si este es tu caso, considero que tienes totalmente justificado tu odio a este día, aunque solo y exclusivamente al día, no es justo guardarles rencor a esas malas pécoras bañadas en hormonas y sedientas de jugo de Backstreet Boys, que en su día no te consideraron digno ni para una pequeña mención o palabra de ánimo en una mísera hoja de libreta.

Personalmente no detesto San Valentín, pero sí que tengo alguna que otra queja sobre este día. Para empezar, a este evento se le conoce como día de los enamorados, ¿esto qué quiere decir? ¿Qué este día engloba a todas las personas enamoradas? ¿O solo a las parejas enamoradas? ¿Qué ocurre con los poliamorosos? No me parece justo que las tengan que celebrar solo las parejas, que muchas veces han dejado de sentir amor (que al fin y al cabo es de que se trata esto) y que haya personas que estén profundamente enamoradas pero no correspondidas tengan que quedarse en casa haciendo cualquier otra cosa menos celebrar este día.

Y luego se trata del propio concepto de la fiesta, hablamos de amor. Allá por los años 70 un señor llamado Lee definió hasta seis tipos de amor, ¿Cuál de ellos estamos celebrando? No está bien celebrar un tipo de amor y excluir luego otros, es como si organizásemos el gran día de la humanidad y excluyéramos a los asiáticos y a los indígenas americanos. Posteriormente Stenberg desarrolló su famosa teoría triangular del amor (a este psicólogo le encantaba hacer su teorías con tres constructos) mucho más completa y divertida que la de Lee. Stenberg decía que el amor consumado se daba siempre y cuando se cumplieran tres requisitos: Compromiso, Pasión e Intimidad, si te falta alguno de esos, lo siento, pero tu amor no está completo, justo lo que pasa en la  gran mayoría de las parejas que celebran San Valentín… maldito enano cabrón lanzaflechas, miope en pañales.

Para finalizar, y dando mi opinión de rencoroso bastardo, creo que el día de los enamorados es una fiesta bastante hipócrita, egoísta y está mal definida, por eso, no hay nada mejor que tomar una alternativa, y si amas algo, ¡celébralo! que no está bien que esta fiesta sea exclusiva de parejitas comeflores… si quieres a tu familia, celébralo con ella, si estas enamorado de la cerveza artesanal, date un buen homenaje y si te gusta una oveja, pasad una noche por todo lo alto, eso sí, en este caso que el amor si sea mutuo, que por lo visto la zoofilia no consentida es algo muy feo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Psicología, dignidad y técnicas de ligue


Los psicólogos somos esos profesionales de la salud mental, completamente incomprendidos y que solo existen para dar una respuesta a los pacientes que éstos ya conocen y cobrar fácilmente un dineral después de una hora de insufrible cháchara. Estas entre otras millones de creencias populares hacen de esta profesión la mierda entre las mierdas dentro del ámbito clínico. No obstante este tipo de cosas al contrario de lo que la gente piensa no suelen ofender a los psicólogos, es algo que se obvia y que incluso están incluidas en letra pequeña en la parte de abajo del título universitario. Lo que si molesta al psicólogo es algo más mundano, una situación que se puede dar perfectamente en un bar conversando con una chica guapa, con una o cuatro copas de más, mientras suena alguna canción pachanguerosa de fondo:

“¿¡ah sí!? ¡Psicoanalízame por favor!”

Tras este comentario absolutamente inocente y sin maldad alguna se esconde el punto débil del profesional, es un ataque directo a sus principios, toda su formación se pone en duda por un comentario de, fíjate tu, una niñata subnormal que no tiene ni puta idea del mundo que le rodea… ¡Ignorante! Como un resorte, la respuesta del psicólogo es automática, y en la gran mayoría de los casos, se encuentra impregnada de dos cosas: hostilidad y altanería. Ahora y en el transcurso de toda la noche, toca educar a esta apócrifa del conocimiento.

Amigos psicólogos, el orgullo y la dignidad son conceptos sobrevalorados, nuestra profesión está tan hecha polvo que no merece la pena el esfuerzo, sobre todo, cuando se tiene una oportunidad tan obvia de practicar la cópula esa noche. ¡Dale lo que quiere! ¡Úntale su cerebro podrido con la miel obtenida de su egocentrismo! Tienes las herramientas, úsalas:
  • Habla de sus reacciones fisiológicas naturales: Dilatación pupilar, rubor… aunque obviamente sean efectos secundarios del alcohol o de las drogas, el truco está en descontextualizarlo todo. Ejemplo: “Veo que tus pupilas están dilatadas, muy bien, eso significa que estás atenta a lo que te estoy diciendo, gracias, te lo agradezco, así para mi será mucho más fácil explicarme”
  • Los gestos. Lo mejor de todo el asunto de la gestualidad es que aunque no se vea nada de eso en la carrera, puedes inventártelo todo. Al fin y al cabo, y a ojos de los desconocedores de la psicología, eres un experto. Cruzarse de brazos, mirar hacia arriba, tics… hay material de sobra
  • Defectos y virtudes. Tan sencillo como repetirle lo que le lleva diciendo su madre toda su vida. En proporción 3-1 2-1 (Tres cosas buenas, una mala, dos cosas buenas y una mala) Tampoco queremos que se nos vea demasiado el plumero. Ejemplo: “Creo que eres una chica inteligente, espabilada y que no tiene miedo a nuevos retos, eso sí me parece que eres un poco testaruda”
Desde que empecé primero de carrera he intentado aplicar estas tipo de técnicas en situaciones sociales parecidas a la presentada, obteniendo un resultado negativo en la gran mayoría de ellas (siendo sincero en todas) Más adelante descubrí un error de base en esta forma de cortejar a las féminas: el desconocimiento a la psicología correlaciona directamente con un perfil de chica que prefiere mandar a la mierda a modernos pretenciosos como yo.


Y es que amigos, como expondré en posteriores entradas, he hecho muchas cosas en mi vida para poder fornicar más y que luego no han dado el resultado esperado… convertirme en psicólogo fue la primera.